‘Urbanización de Bogotá y la sabana está desbordada’.

Para el exministro de Ambiente, Manuel Rodríguez, el mayor problema de Bogotá es la inequidad.


El exministro de Ambiente Manuel Rodríguez Becerra, quien fue relator jefe por el sector académico en los diálogos de alto nivel de Río + 20 realizados recientemente en Bogotá, dijo que la lección que deja esta reunión ambiental es que para que la ciudad vuelva a crecer de manera compacta, con edificios eficientes, debe trabajar con la sabana su crecimiento y urbanización. De lo contrario, seguiría viviéndose el caos urbano actual.

Las exposiciones en Río + 20 mostraron un panorama poco alentador del mundo, en materia ambiental…

El diagnóstico no es bueno, sobre todo en cambio climático, que es cada vez más dramático. Lo peor es que la gente no lo cree, pese a que el fenómeno está golpeando, como ocurre con la sequía de la Guajira o de Sao Paulo, que es muy grave. ¿Por qué? Porque las ciudades consumen gran cantidad de energía y los sistemas de transporte generan elevadas concentraciones de gases efecto invernadero. En la medida que las ciudades sean más eficaces y eficientes energéticamente pues se logrará mitigar el tema del cambio climático.

En la reunión de Río + 20 se reflejó una vez más que hemos avanzado poco en el propósito de reducir los consumos y daños a los recursos naturales…

Es cierto. Hace 22 años participé muy activamente en la Conferencia de Río de Janeiro. Fue un momento de esperanza. Hay que recordar que entonces se firmaron 5 grandes acuerdos, entre los que está la Agenda 21, y se acordaron las políticas para alcanzar un desarrollo sostenible, que implica combatir el cambio climático, la pobreza, proteger las aguas, la biodiversidad y la salud, porque el desarrollo social y económico debe hacerse respetando los límites ambientales. Aún estamos muy lejos de conseguir todo eso.

¿En qué se ha avanzado?…

En entender mejor cuáles son los fines, los medios, el qué y el cómo lograr el desarrollo sostenible en las ciudades. Lo interesante de la reunión de Río + 20 en Bogotá es que se vio que los alcaldes y la población están siendo más conscientes de que desde las propias ciudades hay que resolver muchos de los problemas ambientales. Sin embargo, hay que reconocer que los informes científicos no son buenos, porque se rompió la estabilidad climática, y el objetivo que se planteó en 1992 simplemente no se puede lograr por las acciones humanas. Se está excediendo la concentración de gases efecto invernadero. Es inevitable que se pase el umbral en la temperatura de la superficie terrestre, que es de 2 grados centígrados.

¿En su concepto, cuál es el mayor problema ambiental que tiene la ciudad?

El mayor problema de Bogotá y las demás ciudades del país es la inequidad urbana, porque la población –sobre todo la pobre– termina ubicándose en la periferia, en sitios no urbanizables, no habitables y que presentan altos riesgos ambientales. El otro problema es que las ciudades son muy segregadas, donde falta la integración social. Son poco incluyentes, porque faltan más espacios públicos para el encuentro donde se viva en comunidad, parques naturales, zonas peatonales, ciclovías…

Frente a lo que debe ser una ciudad sostenible, cómo ve usted a Bogotá?

En general, la tendencia del patrón de urbanización de Bogotá y la sabana es muy negativa. Bogotá era una ciudad relativamente compacta hasta hace unos años, y ahora vamos hacia una ciudad dispersa, que genera daño a los ecosistemas, causa costos enormes en términos de prestación de servicios públicos, alcantarillado, vías, etc., y ocasiona mayor emisión de gases efecto invernadero por el transporte… Hoy los límites político administrativos están desbordados. Bogotá se está expandiendo a los municipios vecinos de una forma desordenada.

Todo lo contrario de lo que se ha planteado para que una ciudad sea sostenible…

Totalmente. Lo que se ratifica es que las ciudades deben ser cada vez más compactas, densas, obviamente con una infraestructura que pueda enfrentar la densidad poblacional, que incluya espacios públicos para la recreación, pero vamos en sentido contrario. El problema es que esa expansión sacrifica tierra agrícola de valor. La sabana tiene las mejores tierras del país y los propietarios lo único que están esperando es urbanizarla, que es un absurdo. Pero el sistema lo permite y crea incentivos para ello.

¿La culpa de ese desorden en el crecimiento de Bogotá y la sabana es de la autoridad o de los ciudadanos?

Es culpa de la política pública, que no está diseñada para eso. El despelote de la sabana es porque hay una política pública que lo permite. Los alcaldes de esos municipios generan incentivos para atraer a los habitantes, y muchas veces son incentivos perversos, como no cobrar impuestos en las zonas francas. Cambian los usos del suelo rural para que se construyan urbanizaciones y después tengan que hacerles carreteras aumentando la dispersión.

¿Qué lecciones le deja Río + 20 a Bogotá?

Le sirve para comparar experiencias.

Según esas experiencias, la capital qué tiene mejor y peor frente a otras ciudades de A. Latina?

El Distrito es mejor en la conservación de áreas naturales, aunque tiene retraso en la conformación de la estructura ecológica principal; la ciudad resolvió mucho antes que las otras ciudades el suministro de agua potable y la cobertura. Tiene como positivo que la población se educó para no desperdiciar agua.

Y en movilidad…

En ese campo estamos mal. TransMilenio, que fue un sistema que después otras ciudades del mundo imitaron, ahora está trunco. El Sistema Integrado de Transporte Público (SITP) tampoco ha avanzado y siguen circulando buses desocupados. Fuimos pioneros en la construcción de ciclovías y ciclorrutas y ya no lo somos. Seguimos mirando los estudios del metro.

¿Qué camino debe seguir la ciudad a la luz de lo planteado en seguimiento de Río + 20?

No voté por Petro y tampoco soy petrista, pero reconozco que el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Bogotá, conceptualmente, es el mejor que conozco para una ciudad sostenible. Es cierto que el acueducto está generando una ciudad dispersa, porque es el que les está dando agua a las nuevas urbanizaciones en la sabana. Si se quiere resolver ese problema, y por Bogotá, debería expedirse un estatuto de suelo urbano de la sabana, como lo ha propuesto el exalcalde Jaime Castro, o buscarse la reforma constitucional. Porque cada alcalde y concejo municipal no puede seguir modificando el POT a su antojo. Bogotá debe pensar fuera de sus límites y le toca hacer un manejo del territorio conjunto con la sabana. De lo contrario, se seguirá viviendo el caos en que estamos hoy.

Algunas conclusiones de Río + 20
Las ciudades no son solo infraestructura y viviendas

Se debe abordar con urgencia y promover la eficiencia de los recursos, en especial la eficiencia energética en edificios y sectores de la construcción. También se reconoce que la energía es un acelerador de todos los demás objetivos del desarrollo sostenible. Estos fueron puntos que se consignaron en el documento final de las recomendaciones que hicieron las autoridades y representantes de los distintos sectores del mundo que asistieron a los diálogos de seguimiento de Río + 20, en Bogotá.

Estas son otras recomendaciones que hicieron: la mitigación y el cambio climático deben estar en la agenda de desarrollo post-2015; la movilidad es un motor de la urbanización; se debe evitar el crecimiento urbano de baja densidad y la expansión que genera impactos como la contaminación, y el desarrollo sostenible es responsabilidad de todos, de los sectores público y privado.

El Tiempo.

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